Winston Churchill, refiriéndose a los estadounidenses, decía: “siempre puedes contar con los estadounidenses, después de haber intentado todo lo demás”. Esta frase del gran político británico debería estar en el escritorio de todos los líderes mundiales para quienes la próxima elección en el país del norte tiene especial relevancia debido a las circunstancias que se están viviendo y a la intención del presidente Trump de ir por la reelección.
Al abrirse la campaña electoral, parecía segura la reelección de Donald Trump pero, después de los efectos letales de la pandemia en la salud de los estadounidenses y la caída a pique de la economía, lo que se ha traducido en cifras de desempleo que no se veían desde la Gran Depresión o de la crisis del 2008, el rival demócrata, Joe Biden, se ha acercado y por el momento lidera las encuestas. Es relevante que, aunque con un menor margen, siga Biden liderando luego del rito democrático de las convenciones que han consagrado a ambos candidatos pero, también es cierto, la inestabilidad que caracteriza a la coyuntura puede llevar a un cambio importante por dos razones. Primero, Trump es imprevisible y puede buscar un tema que lo proyecte a las sensibilidades del pueblo estadounidense y, segundo, es también cierto que para llegar a la nominación por el Partido Demócrata, Joe Biden ha tenido que bregar muy fuerte para superar las divisiones que afligen a su agrupación política, ahora escorada hacia la izquierda. Fruto de ello, ha sido escoger como su compañera de “ticket” a una activista, Kamala Harris, más bien vinculada a los sectores de izquierda partidaria y que, por ejemplo, mientras Biden es católico practicante, ella ha hecho público su rechazo a las posiciones de los católicos especialmente en temas tan urticantes como el aborto.
En declaraciones a “El Comercio”, el politólogo Eduardo Gamarra, Profesor de la Universidad de Ciencias Políticas de Florida, dice: “No se debe descartar la posibilidad de que, a pesar de todo, Trump sea reelegido”. Tradicionalmente los llamados “Swing States” son los que deciden las elecciones estadounidenses. En esos Estados: Colorado, Florida, Iowa, Michigan, Minnesota, Nevada, New Hampshire, North Carolina, Ohio, Pennsylvania, Virginia y Wisconsin; hasta antes de las Convenciones de ambos partidos, las diferencias en las encuestas señalaban a Biden liderando por un porcentaje entre 12 y 14%; ahora la diferencia se ha acortado a 3%. Ello significa que estamos lejos de poder afirmar quién será el próximo Presidente de los Estados Unidos.
Desde la perspectiva de nuestro país y, en general, de América Latina, la incertidumbre aumenta los problemas que nos afectan, como son la pandemia y la situación de las economías, algunas más cerca del precipicio que otras. Los enfrentamientos de Trump con China, llenos de exabruptos, han causado mucho daño. Trump ha querido combatir la creciente presencia china en países como Chile, Colombia y Perú y sus acciones han llevado a socavar las bases del libre comercio, lo que afecta a países que, como el Perú, tienen a China como uno de sus principales socios comerciales. Asimismo, Trump ha apuntado contra el multilateralismo pretendiendo restarle importancia tanto en lo político, cuanto en el combate contra la pandemia. La pobre respuesta de la Naciones Unidas no ha ayudado a contrarrestar la arremetida del Presidente estadounidense y, en el caso de la OMS, la ha afectado seriamente ya que el retiro de Estados Unidos va a tener efectos muy negativos en la economía de la organización.
El otro aspecto del enfrentamiento Estados Unidos-China está en el campo de la tecnología. Trump está combatiendo que los países sudamericanos atiendan a la oferta china en torno a la tecnología 5G. Para las economías de nuestra región y para la conectividad con regiones alejadas en cada uno de los países, la tecnología 5G significaría progreso y acceso a información que ahora no les llega. Porfiadamente el Presidente estadounidense sostiene que el intento de los chinos tiene como propósito acceder a información confidencial de ese país con los consecuentes riesgos para su seguridad.
Me pregunto con Biden como Presidente qué cambiaría para nuestros intereses. El cambio previsible es el estilo para manejar las crisis. Conducir las relaciones internacionales por las redes sociales es algo que no veríamos con el candidato demócrata. Las partituras podrían ser las mismas, pero el cómo ejecutarlas, variaría. La relación con China es un tema transversal en la sociedad estadounidense que ve amenazado su liderazgo que por la arremetida del país asiático en todos los rincones del mundo. A mi entender, los demócratas optarían por la diplomacia y el diálogo antes que el enfrentamiento que deja poco espacio para entenderse con sociedades en las cuales es muy importante aquello de “no perder cara” ante el opositor. En lo que se refiere a la diplomacia multilateral, los demócratas volverían a reconocer su importancia y necesidad, pero fijando nuevas condiciones en el proceso post pandemia en el cual los nuevos escenarios son difíciles de prever. En lo que se refiere al libre comercio, queda por ver si los estrategas demócratas están dispuestos a capitular ante sus sindicatos que ven amenazados sus puestos de trabajo por la recesión mundial y también por la agresividad de China que es el único país que exhibe números positivos en su economía.
Es de temer que escenas violentas acompañen lo que queda de la campaña, ya que la sociedad estadounidense está, una vez más, dividida por los conflictos raciales y por militantes extremistas que se han atrincherado en uno y otro partido. Ejemplo de esto es lo sucedido en Wisconsin y en Portland, Oregon, donde por tres meses han habido enfrentamientos entre partidarios de Trump y opositores demócratas. El 30 de agosto último una caravana pro-Trump se enfrentó a balazos con opositores y el saldo fue un muerto. Las presentaciones públicas de Trump exacerban los ánimos ya que repite, casi como mantra, que las elecciones de noviembre “decidirán si salvamos el sueño americano o permitimos que una agenda socialista derribe nuestro preciado destino”. Continuamente hace referencia a “salvar el sueño norteamericano y el estilo estadounidense de vida”. Este tipo de mensaje cala muy hondo en sectores que no son precisamente moderados.
Otro tema que divide en esta campaña es la religión. Biden, católico, ha escogido a Kamala Harris, conocida por sus posiciones denegatorias de la importancia de la religión y por su apoyo al aborto. Los demócratas han hecho pública una visión, en este aspecto, que busca consolidar la libertad religiosa y equilibrar los puntos de vista de una sociedad estadounidense en la cual no hay un claro predominio de una u otra posición. Los republicanos, por el contrario, apelan a los sentimientos de cristianos y católicos para enfrentar a los abortistas. Es de esperar que, en los próximos días, veamos alegatos cada vez más radicales, de uno y de otro lado.
Existe el temor de que las cosas no caminen bien en noviembre. Simpatizantes de ambos partidos se están enfrentando y la preocupación que hay es que pueda sobrevenir, como dice The Economist, “una discordia violenta y una crisis constitucional.” Las redes sociales están tomando medidas para evitar la agitación electoral y han impuesto nuevas reglas sobre la publicidad de campaña y sobre contenidos que puedan alterar la votación. Estas decisiones han motivado reacciones contrarias de ambos partidos.
En conclusión, estamos en las semanas finales de una campaña electoral que se ha desarrollado en medio de una pandemia que afecta seriamente a los Estados Unidos, país que registra el mayor número de afectados y fallecidos en el mundo. Asimismo, lo golpea una recesión económica que se está llevando de encuentro el “sueño americano” del que tanto habla Trump y que para muchos de sus compatriotas ya es una pesadilla. Como he mencionado, los excesos de Trump y las posiciones moderadas de Biden chocan y han resucitado odios raciales y religiosos que parecían ya sepultados. El odio, una vez más, afecta de manera transversal a la sociedad estadounidense y hasta el martes 3 de noviembre, puede dar lugar a situaciones muy violentas. Se hace difícil hacer un pronóstico por el contexto que comento y por los odios que han despertado la prédica nacionalista de Trump y las reacciones de algunos grupos que acompañan al candidato Biden. Como decía el Premio Nobel de Literatura, el español Jacinto Benavente: “Mas se unen los hombres para compartir un mismo odio que para compartir un mismo amor”.